mayo 06, 2010

Ceiba Baobab










Así como Cristo hablaba del cielo, El Principito hablaba del asteroide B-612, y, en este caso, hacía sinergia la metáfora del Sahara con la del cielo, la de espacio extraterrestre, la del más allá representado por el asteroide encontrado por el astrónomo y jardinero, y piloto, francés. La esfera representada por las escenas en el Sahara, hacían sinergia, sutil, con la esfera vital del recuerdo y añoranza del asteroide. El accidente en Libia fue en 1935, el de Guatemala en el 38, y el libro fue publicado tres años más tarde, en el 41. Por eso la inferencia indiscutible es que el beduino o buen samaritano no era El Principito porque éste era el "niño Dios", como lo nombran los devotos del culto cristiano, en chapinlandia... Sinergia es una palabra espiritual. El asteroide es como una sombra, como una nube, como una paloma que, como una estrella de Belén, acompaña a los protagonistas, sobre el camino y la alfombra mágica del relato. En Ulises, en Don Quijote de la Mancha, en Dante, en El Principito, el cuento o el poema trata de la descripción o crónica de un viaje porque no hay vida sin viaje, todo es viaje, el universo existe y tiene vida por el viaje, por la metáfora del viaje, vivir es viajar, decía un presidente chapinargentino. Sin viaje no hay pauta, no hay pentagrama, no hay leche, no hay vacas, no hay movimiento y si este material o protagonista hace falta en toda buena historia, la historia no camina, no tiene vida porque el movimiento es Tiempo. Desde nuestro nacimiento hasta nuestro nacimiento en otra dimensión, en otro mundo, en otra vida (puesto que la muerte no existe) no hacemos más que viajar sobre la metáfora del viaje. La muerte sólo es el momento del empalme o acoplamiento entre una vida y la otra, entre un mundo y otro, pues somos extraterrestres, somos hijos de dioses, o algo así, espiritual. Somos espíritus. Al final de El Principito, el angelito desaparece por arte de magia y se va hacia su destino original, no sin cierta tristeza, pues la vida en la Tierra tiene un significado determinante en la Historia del Universo y La Vida, al parecer. Tanta metáfora no viene por gusto. Viajamos sobre una cruz. La cruz es la nave. Con el instrumento de la cruz Dios creó el Universo y la Vida. Todo depende de una Cruz. Ulises es la metáfora del viaje por excelencia, el viaje fundacional. Son incomprensibles los viajes de Gulliver, los del Quijote, los del Ulises fundacional, los de John Done, los de Humbolt, los de Napoleòn, los del Mercader de Venecia, los del shaman conocedor de las runas druidas, los de Julio Verne, los del Pequeño Príncipe. Los genes viajan. Los genes viajan dentro del cromosoma cruz. La vida es la metàfora del viaje. La evoluciòn de las especies, de Darwin, es la metàfora del viaje de las especies por el universo. Me gusta viajar. Todos hubieramos querido ser Marco Polo. Tal vez somos Marco Polo cuando vamos a la luna, sobre la energìa lazer que proyecta nuestra mirada, la mirada que llega a la luna, que la besa, que la toca, que la acaricia. ¿Quieres ser Niels Armstrong? El pequeño niño viajò del asteroide b612 hacia la Tierra y, ya en la tierra, viajò para inducir al peregrino hacia el pozo de la vida eterna. Tenemos un prìncipe viajero. Leibniz decìa que todo el universo està interconectado por monadas, las cuales estan unidas, unas a otras, y que de monada en monada podemos llegar hacia donde querramos. Bueno, a èsta ùltima sinergia no me le pongan atenciòn porque desconozco a profundidad las monadas o genes descubiertos por el shaman alemàn. "Las monadas de mi monadologìa no tienen ventanas, pero se pueden comunicar con las demàs monadas", no, no entiendo al genio alemàn.

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